lunes, 21 de octubre de 2013

T.P Tribus Urbanas

T.P Tribus Urbanas

· Reúnanse en grupo para investigar acerca de los temas propuestos.
· Utilicen información de Internet y de la biblioteca del colegio o de otras a las que puedan tener acceso. 
· Elaboren láminas, power ponit o lo que crean conveniente para poder exponer el tema en clase. 
· Dividan los contenidos del trabajo entre los integrantes del grupo ya que la evaluación será individual y grupal. 
· Exposición (la misma deberá tener una duración de 40 minutos y en la misma tendrán que participar todos los integrantes del grupo). 

Consignas: 

1) Historia: explicar de qué modo surgió la tribu urbana seleccionada, cual fue su evolución en el tiempo y su permanencia en la actualidad. 

2) Descripción: características principales de la tribu en cuestión, teniendo en cuenta, modos de vestir, música, hábitos, ideología, formas de agrupación y comportamientos. 
3) Análisis sociocultural: Cómo es vista esta agrupación por los diferentes actores sociales (Medios de comunicación, los adultos, las diferentes clases sociales y la restantes tribus urbanas) 

martes, 20 de agosto de 2013

Cuadernillo sobre partidos políticos

Chicos, acá les dejo la segunda entrega de la unidad III, centrada en los partidos políticos. Acuérdense de llevar el material para la próxima clase. Saludos


Nace la democracia representativa, nacen los partidos

Los partidos políticos son relativamente jóvenes. Son tan jóvenes como la democracia representativa, que tiene un poco más de doscientos años, y en algunos lugares, mucho menos. Los partidos aparecieron en aquellos países que adoptaron la forma de gobierno representativa, durante la primera mitad del siglo XIX.
Algunos países de Europa, como Inglaterra y Francia, y los Estados Unidos protagonizaron intensos debates acerca de cómo organizar sus sistemas políticos. La idea que predominó fue la de organizar democracias representativas, en las que el pueblo participara en política por medio de representantes que, una vez elegidos, tomarían decisiones en nombre de todos.
De este modo, el sufragio se convirtió en el elemento fundamental de la democracia representativa. Pero ¿quiénes podían votar?, ¿quiénes constituían el pueblo? Por aquella época, el objetivo fue ampliar las posibilidades de participación o suficiente como para que las prácticas políticas y los gobiernos elegidos fueran aceptados por la sociedad. Pero no se quería extender la participación a todos los sectores sociales y, al mismo tiempo, se establecieron controles a esa participación política. En este contexto, los partidos políticos comenzaron a cumplir funciones muy importantes, ya que serían los intermediarios entre los gobernantes y los gobernados, entre el pueblo y sus representantes.

¿Qué son los partidos políticos?

Los partidos políticos son asociaciones u organizaciones que tienen como objetivo principal ganar elecciones para que sus candidatos lleguen a ocupar el poder político, es decir, consigan formar parte del gobierno. El origen de la palabra “partido” nos da una pista para comprender su significado y su sentido en el mundo de hoy. El término “partido” proviene del latín, del verbo partire, que significa dividir separar. Hace referencia a la idea de parte: cada partido representa una parte de ese todo mayor que es la sociedad. Los partidos representan los distintos sectores de la sociedad, cada uno con sus intereses, ideas y necesidades. Por esto es habitual (y es bueno) que encontremos más de un partido en un mismo país.
Si bien los partidos políticos cambiaron mucho desde el momento en que aparecieron por primera vez, algunas de sus funciones se mantienen estables. Veamos cuáles son las principales tareas que desempeñan los partidos políticos.
- Transmiten demandas. Son intermediarios entre la sociedad y el gobierno. Esto quiere decir que son los encargados de transmitir las necesidades y las demandas de la sociedad a los gobernantes. Además, deben organizar esas demandas, agruparlas, darles forma y transformarlas en proyectos políticos.
- Participan en las instituciones políticas del Estado.
Proveen al gobierno de funcionarios y dirigentes que ocupan cargos y se encargan de tomar decisiones que afectan al conjunto de la sociedad.

Breve historia de los partidos

La historia de los partidos políticos está muy relacionada con la conquista de los derechos políticos por parte de los distintos sectores de las sociedades y también con la vigencia de los derechos sociales y colectivos.
La primera etapa de esa historia tiene que ver con el período de expansión del derecho al voto, es decir, con la ampliación del sufragio. En 1832 se produjo, en Inglaterra, un acontecimiento de gran importancia: se reformó el sistema político a través de una ley denominada Reform Act (Acta de Reforma), que amplió la participación política y otorgó el derecho a votar a los sectores medios (comerciantes e industriales) que hasta ese momento estaban excluidos. Aunque esta reforma mantuvo una participación todavía muy restringida, ya que quedaban afuera todas las mujeres y los varones trabajadores de la industria y del campo, fue un avance importante.

Los partidos de notables

Los primeros partidos surgieron, en la misma época en que se dictó el Acta de Reforma, en Inglaterra. Se limitaban a actuar dentro del Parlamento (por eso también se los denomina “partidos parlamentarios”), donde armaban los programas electorales y decidían quiénes serían los candidatos. Sus integrantes eran las personas “notables” de la sociedad, las más reconocidas de las clases pudientes. En los períodos electorales; se entablaba una relación muy personal entre ciudadanos y candidatos, pero en cuanto asumían sus funciones en el Parlamento, estos representantes prácticamente perdían el vínculo con sus electores. Esto significa que no había una organización partidaria que los sostuviera ni les exigiera mantener una postura determinada.

Los partidos de masas

Este tipo de partidos refleja los cambios políticos, económicos y sociales que existieron a fines del siglo XIX. Desde varias décadas atrás, los trabajadores (que vivían en malas condiciones y estaban marginados de la participación) habían comenzado a organizarse y a luchar por sus derechos laborales y políticos.
En los últimos años del siglo XIX y en los primeros del siguiente, las elites políticas comprendieron que una manera de reducir el conflicto con los trabajadores era permitirles la participación por medio del voto y, por eso, reconocieron el voto universal masculino. Una parte considerable de los trabajadores vio en el voto una oportunidad para el cambio social. Así, se agruparon y dieron origen a estas grandes organizaciones políticas, en muchos casos fuertemente vinculadas con otras organizaciones obreras, como los sindicatos. Estos partidos asumieron características totalmente distintas a las de los partidos de notables.
- Tenían un grupo amplio y homogéneo de seguidores (las “masas obreras”).
- Se organizaron en una estructura estable que permanecía activa más allá de los períodos electorales. Para ello, hubo personas que se dedicaron a trabajar en forma permanente para el partido.
- Asumieron una ideología determinada (en los primeros casos, asociada al pensamiento socialista), defendieron sus ideas y elaboraron programas políticos.
- Compitieron en campañas electorales, organizaban propagandas y actos para difundir sus ideas.
- Realizaron otras actividades sociales, como alfabetización y capacitación en oficios, programas de atención de la salud para los obreros y sus familias.
- Se fueron convirtiendo en partidos de alcance nacional y también internacional.

Los partidos electorales

Los partidos de masas predominaron durante la mayor parte del siglo XX, pero, durante las últimas dos décadas, sufrieron transformaciones tan importantes que hoy la mayoría de ellos se encuadran en un nuevo modelo organizativo:
los “partidos electorales’ ¿Qué significa esto? Si bien se trata de los mismos partidos, en algunos casos, y en otros, de nuevos partidos que fueron surgiendo recientemente, lo que se modificó fue su forma de organización, la relación con los votantes, los objetivos y las modalidades de campaña electoral. Vamos a describir estos cambios.
- A raíz de las transformaciones en la dinámica social, los partidos ahora no se identifican claramente con un único sector social (clase alta, clase media, trabajadores, sectores rurales, etcétera).
- El objetivo ya no es representar los intereses de un sector social en particular sino captar la atención (y el voto) de la mayor cantidad de grupos y personas. A esto se debe la denominación de “partidos electorales” o “atrapatodo”.
- Para atraer a los electores de diferentes sectores e intereses, ofrecen discursos muy amplios y arman estrategias que les garanticen un buen resultado electoral. Por eso, sus proyectos son más difusos y cambiantes y tienden a parecerse entre sí.
- Los medios de comunicación son una herramienta fundamental para concretar el interés de los partidos políticos de llegar a un público masivo. En esta “sociedad” con los medios, los partidos toman características mediáticas: se vuelven importantes la imagen, la apariencia de los candidatos y la eficacia de los anuncios publicitarios.
- Los votantes no son fieles, pueden cambiar su voto en cada elección.

Los primeros partidos políticos argentinos

El tránsito del partido de notables al partido de masas y la transformación de este en partido electoral también pueden observarse en el caso argentino. A continuación, revisaremos algunos hitos importantes de la historia de los partidos políticos argentinos para analizar en qué medida adoptaron esos modelos y qué ocurre en la actualidad.

Los partidos oligárquicos

Para comenzar este recorrido, vamos a remontarnos al año 1853, cuando se sancionó la Constitución Nacional, que estableció la democracia representativa como forma de gobierno. De ese modo, quedó instituido el voto como medio para seleccionar los gobernantes. Los primeros partidos del período constitucional se definieron en torno de una cuestión que dividía las aguas: ¿qué hacer con la ciudad de Buenos Aires? Las posiciones que se habían adoptado para resolver esto eran opuestas.
- Un grupo pensaba que la ciudad de Buenos Aires debía transformarse en Capital Federal y que su territorio no debía pertenecer a ninguna provincia sino a todo el país. Formaron el Partido Nacional, liderado por el general Mitre.
- Otro grupo sostenía que la ciudad de Buenos Aires debía continuar siendo parte de la provincia de Buenos Aires. Integraron el Partido Autonomista, conducido por Adolfo Alsina.
En 1880, la ciudad de Buenos Aires se convirtió en Capital Federal y julio A. Roca asumió como presidente de la Nación. Roca y sus sucesores se apoyaron en el Partido Autonomista Nacional (PAN), que surgió como resultado de acuerdos entre los grupos de gobernantes de las provincias. Hasta 1916 este partido dominó la vida política y ganó todas las elecciones nacionales gracias al fraude. El PAN reflejó las ideas de los sectores más conservadores de la sociedad. Su hegemonía coincidió con un régimen oligárquico en el que solo una minoría tenía derecho al voto y eran muy pocas las personas con posibilidades reales de ejercer el poder.

La Unión Cívica Radical

En 1889 se creó un nuevo partido político, la Unión Cívica. Sus principales metas fueron la denuncia del fraude y la lucha por democratizar la política buscando incluir a mayor cantidad de personas en los procesos políticos y electorales. En 1891, a Unión Cívica se dividió y una fracción del partido, liderada por Leandro N. Alem, pasó a ser la Unión Cívica Radical (UCR).
La UCR nació como un partido revolucionario porque pretendía cambiar de raíz la política argentina. Durante unos veinte años se negó a participar en las elecciones por considerarlas fraudulentas, hasta que en 1912 se sancionó la Ley Sáenz Peña, que proclamó el voto universal masculino, secreto y obligatorio. A partir de ese momento, el partido estuvo dispuesto a competir. En las elecciones presidenciales de 1916, Hipólito Yrigoyen, líder de la UCR, resultó electo presidente de la Nación. El radicalismo logró triunfar en las siguientes elecciones y, así, ocupó la presidencia hasta 1930.

El Partido Socialista

Al mismo tiempo que nacía y se consolidaba la UCR, hubo otros cambios políticos en nuestro país. Con los inmigrantes (entre 1870 y 1914 llegaron más de 6 millones de personas, de las cuales la mitad se quedó a vivir en el país) también arribaron ideas políticas novedosas provenientes de Europa, en especial, de la mano de socialistas y anarquistas. La actividad política que desarrollaron en sus lugares de trabajo —como el puerto, talleres y fábricas— fueron las primeras expresiones del movimiento obrero en la Argentina. Los socialistas fundaron el Partido Socialista en 1896 y su principal referente, Juan B. Justo, fue diputado en 1904.

El Partido Justicialista

En 1930, un golpe de Estado derrocó a Hipólito Yrigoyen de su segunda presidencia, desplazó al radicalismo del gobierno e impuso un nuevo régimen oligárquico, que utilizó el fraude para limitar la participación popular y asegurar su permanencia en el poder. En el año 1943, un grupo de militares que se oponía a este régimen oligárquico, dio un nuevo golpe. Uno de los líderes que impulsó el golpe del 43 fue el general Juan Domingo Perón.

La elección de Perón como presidente

Perón se convirtió en un dirigente muy representativo para los sectores populares. Esto despertó la desconfianza de un grupo de militares que, en octubre de 1945, intentó apartarlo de la política y lo encarceló. La reacción fue inmediata: el 17 de octubre se reunió una multitud en la Plaza de Mayo para exigir su liberación. Finalmente, Perón fue liberado y conducido a la Casa Rosada. Desde el balcón se dirigió al pueblo que lo proclamó como líder. Este episodio ejerció una fuerte presión sobre el gobierno militar, que se vio forzado a llamar a elecciones en febrero de 1946. Perón se presentó a esas elecciones, y con el apoyo de una fracción desprendida de la UCR —la junta Renovadora—, y junto al Partido Laborista —un partido recién creado por los sindicatos de la CGT—, resultó electo con algo más del 50% de los votos.
El nuevo presidente buscó su base de apoyo político en los trabajadores, con quienes se comprometió a mejorar su situación económica y también se ocupó de que los sectores más postergados de la sociedad tuvieran la posibilidad de participar en la política. Su esposa, Eva Duarte, impulsó el voto femenino y logró que, en 1947, el Congreso aprobara la ley que lo reconoció en iguales condiciones que el voto masculino. Perón y su esposa instauraron en la Argentina una nueva forma de participar en política. En este período, el pueblo se expresaba no solo votando periódicamente sino también con manifestaciones públicas, en particular en la Plaza de Mayo, y a través de la actividad sindical. Los adherentes al Partido Justicialista sentían una identificación muy intensa con Perón y con sus propuestas políticas.

El Partido

Perón creó el Partido Peronista, que después se convirtió en Partido Justicialista (Pj). Este nombre hace referencia a uno de los tres pilares de la doctrina partidaria: justicia social, independencia económica y soberanía política de la Argentina frente a cualquier imposición extranjera. Existe formalmente desde diciembre de 1947, fecha en que se aprobó su carta orgánica.
El justicialismo, sin embargo, excedió la organización partidaria. No se trataba solo de competir para lograr votos, sino que se instaló casi como una forma de vida para los seguidores; sus ideas y símbolos estuvieron presentes en el trabajo, en la escuela y en la vida familiar.

Peronismo y antiperonismo

En 1952, Perón fue reelecto, pero no pudo completar su mandato porque, en 1955, fue destituido por un golpe militar. Su relación con algunos sectores de las Fuerzas Armadas, con la Iglesia y con algunos grupos sociales (en particular, los vinculados a la agroexportación) se había deteriorado profundamente. En cambio, una porción importante de la sociedad continuaba apoyándolo. Así, la sociedad argentina quedó dividida: de un lado, los seguidores de Perón, con fuerte presencia de los sectores populares y de la clase media baja, y, del otro, los antiperonistas, que manifestaban un gran resentimiento hacia la figura de Perón.
Después del golpe de 1955, Perón se exilió y el Partido Justicialista fue proscripto (es decir, se le prohibió participar en las elecciones y en toda actividad política oficial). Sin embargo, desde el exilio siguió manteniendo contactos con el sindicalismo y con el movimiento político que había creado. Durante este período se sucedieron gobiernos civiles (elegidos por el voto, pero siempre con la proscripción del peronismo) y militares. La movilización política fue en aumento y, durante la segunda mitad de la década de 1960, se sumó la actividad de grupos que optaron por la lucha armada. Frente a esta efervescencia, el gobierno militar decidió pactar una transición y convocar a elecciones con la participación del justicialismo pero no de Perón. El PJ resultó triunfante y Cámpora, el presidente electo, renunció y convocó a nuevas elecciones para dar paso al viejo líder. La fórmula Juan D. Perón-María Estela Martínez de Perón (Isabelita) obtuvo casi el 62% de los votos.
Al año siguiente, Perón murió y su esposa asumió la Presidencia en un contexto de profundo enfrentamiento y de creciente violencia, ya no solo con el antiperonismo sino también entre sectores opuestos del propio peronismo.
El desorden, la crisis económica y la violencia política fueron factores que produjeron malestar en algunos sectores de la sociedad, decididos a apoyar un nuevo golpe militar, que se concretó el 24 de marzo de 1976. La dictadura que se instauró inició una persecución contra todos los que se oponían e impuso el terror. Empezaron a desaparecer personas y ya no había dudas de que la ausencia de democracia era total.

La vuelta a la democracia

En 1983 se convocó a elecciones democráticas. El entusiasmo por participar y expresar las ideas políticas con libertad fue una oportunidad para que muchos partidos hicieran sus propuestas y presentaran candidatos. Sin embargo, el PJ y la UCR eran los únicos con posibilidades reales de triunfar en la elección presidencial. Por eso, el sistema político argentino se consideraba un bipartidismo.
La fórmula radical compuesta por Raúl Alfonsín y Víctor Martínez resultó ganadora.

La crisis de representación

El bipartidismo se mantuvo como característica de nuestro sistema de partidos en 1989, porque las fórmulas de la UCR y del Pj eran las únicas con posibilidades de ganar. Esta vez, el triunfo le correspondió a Carlos Menem (Pj).
La década de 1990 fue una etapa de transformaciones a nivel mundial y también para la Argentina. En nuestro país, además, esos cambios repercutieron en el sistema de partidos y en las formas de hacer política.
Las nuevas tecnologías y la globalización económica influyeron en las comunicaciones, en el sistema productivo y también en la sociedad. Influyó en esos años el pensamiento neoliberal, que impuso una mirada desconfiada hacia lo público y la política, y exaltó la economía y el espacio privado como los ámbitos donde mejor podían desarrollarse las aspiraciones de los individuos.
La política también se vio alterada porque comenzaron a denunciarse cada vez más prácticas corruptas y de clientelismo, que aumentaron la desconfianza de la ciudadanía hacia los partidos políticos.
En este contexto, los partidos políticos no consiguieron la identificación de la ciudadanía como lo habían hecho durante gran parte del siglo XX. Así, la representación se hizo mucho más difícil y comenzó a circular una pregunta relacionada con las funciones básicas de los partidos políticos:
¿Son los partidos capaces de transmitir las demandas y las necesidades de la sociedad?

Del bipartidismo al pluripartidismo

Ya en 1993, algunos dirigentes del Pj comenzaron a hacerse la misma pregunta que la ciudadanía porque consideraban que el partido en el gobierno estaba cada vez más distante de las necesidades de la gente. Su desacuerdo con las medidas que tomaba el presidente Menem y con la forma de manejar las relaciones internas del partido, determinaron que un grupo tomara distancia y organizara una nueva agrupación política integrada también por seguidores de la Democracia Cristiana y agrupaciones de izquierda: el Frente Grande.
Este hecho fue muy importante porque marcó una tendencia que luego se fue consolidando: las fracturas de los partidos tradicionales, el armado de alianzas y acuerdos y la aparición de agrupaciones que buscaban establecer nuevas formas de hacer política. Estas nuevas agrupaciones intentaron mostrarse como alternativas para los ciudadanos que no se sentían representados por los partidos tradicionales.
De ese modo, surgieron y se organizaron varios partidos que pronto cobraron fuerza. Un claro ejemplo es el del Frente Grande, que incorporó a sus filas más dirigentes y partidos pequeños y se transformó en el Frepaso. Se presentó en las elecciones presidenciales de 1995 y obtuvo un excelente resultado: 30% de los votos. Si bien perdió frente a Menem (que fue reelecto), quedó demostrada la fuerza de esta agrupación. Al mismo tiempo, quedó en evidencia que el sistema de partidos argentino ya no se componía solo de los dos partidos tradicionales sino que había otros grupos que participaban con gran apoyo de la ciudadanía. Nuestro sistema de partidos se estaba transformando en lo que los especialistas llaman pluripartidismo.

Los cambios que trajo la crisis del 2001

Como explicamos antes, durante las últimas décadas del siglo XX, los partidos de masas han ido adoptando formas de organización y objetivos que los convirtieron en partidos electorales o partidos “atrapatodo’ Además, se formaron alianzas y, al mismo tiempo, desprendimientos de los partidos tradicionales.
Un ejemplo de estos procesos es la formación de la Alianza (Alianza por el Trabajo, la Educación y la justicia). Este frente político se creó a partir de un acuerdo entre el Frepaso, la UCR y otros partidos menores, que tenía un propósito claramente electoral: armar una fórmula que atrajera el voto de los seguidores de estas fuerzas y también del electorado independiente. El objetivo era plantear una alternativa capaz de desafiarle el poder al Pj, que había ocupado el gobierno por dos períodos. En 1999, la Alianza ganó las elecciones y Fernando de la Rúa (UCR) fue proclamado presidente de la Argentina, y Carlos “Chacho” Álvarez (Frepaso), vicepresidente.
¿Es posible sostener una alianza que nació como una estrategia electoral? La historia demuestra que, en cualquier país del mundo, cuando varias fuerzas políticas se unen sin tener puntos fuertes de acuerdo más allá del deseo de ganar una elección, no es tan fácil perdurar en el tiempo. La propuesta política que la Alianza construyó, y en torno de la cual armaron su campaña, tuvo como eje la lucha contra la corrupción y el propósito de crear “una nueva política’ ¿Qué ocurrió? Poco tiempo después de haber llegado al gobierno, se desató un escándalo por denuncias de corrupción en el Senado. Algunos de los propios senadores y funcionarios del Congreso sostenían que se les había pagado a algunos senadores para que votaran a favor de una ley de empleo que precarizaba aun más las condiciones de trabajo. Carlos Álvarez, que ejercía la presidencia del Senado, manifestó su intención de investigar los hechos, pero no encontró el apoyo del presidente De la Rúa. Con este episodio se diluyó el nexo que, desde el discurso, mantenía unida a la Alianza. Ante las acusaciones de corrupción, autoritarismo e ineficiencia y la falta de voluntad de aclarar la situación, Álvarez renunció a su cargo.
La Alianza, muy debilitada, no pudo controlar la crisis económica y el descontento provocado por las medidas de diciembre de 2001 (rebaja de salarios de empleados públicos y de jubilaciones, confiscación de depósitos bancarios) apuraron la renuncia del presidente De la Rúa. La gente salió a cortar calles o a protestar con sus cacerolas con la consigna “Que se vayan todos, que no quede ni uno solo”. El desprestigio de los partidos políticos era absoluto.
El Pj, también fracturado, volvió al gobierno. Durante los años siguientes, surgieron algunas otras experiencias políticas que buscaban, desde la oposición, renovar la política. Tal es el caso del ARI, liderado por Elisa Carrió, que luego pasó a integrar la Coalición Cívica, o del PRO, en la actualidad al frente del Gobierno de la Ciudad de Buenos Aires.
 

Los partidos políticos en crisis

En la actualidad, los partidos políticos están muy cuestionados. Se los acusa de confundir sus intereses particulares con los del conjunto, de actuar solo para beneficio personal de los dirigentes o de fomentar el enfrentamiento entre diferentes sectores sociales.
Los partidos políticos y los gobernantes tienen dificultades para representar, pero también debemos decir que la sociedad —cada vez más desigual y cada vez más heterogénea— es muy difícil de representar. Las necesidades de los diferentes sectores sociales son diversas y a veces contrapuestas, y, además, la participación es muy baja. El problema es que la política en conjunto genera mucha desconfianza entre la ciudadanía.
Resumiendo, la democracia representativa, los partidos políticos y la representación política se encuentran ante el desafío de trabajar en un contexto donde:
- Se cree que la política no es una actividad transparente, y que muchos de los que se dedican a ella no son honestos.
- Hay una sensación de desilusión, porque los representantes no logran reflejar las exigencias de los representados ni dar respuesta a muchos de sus problemas.
- No toda la información sobre los temas políticos es confiable.
- La comunicación entre los representantes y los representados es muy escasa. 

lunes, 5 de agosto de 2013

Unidad III: Movimientos y Organizaciones sociales

Las organizaciones sociales

Antes de desarrollar el tema necesitamos comprender con claridad el concepto de organización social. Se trata de un conjunto de personas, que tienen algunos objetivos en común y que fijan ciertas estrategias para alcanzarlos. Las organizaciones surgen para dar respuesta a los problemas de forma colectiva y por eso solo se puede hablar de organización social cuando sus integrantes se comunican y coordinan sus acciones. También deben tener permanencia en el tiempo y estar en interacción con el medio que la rodea.
Para distinguir los tipos de organizaciones, primero necesitamos considerar las diferencias entre el ámbito de lo político y el ámbito de la sociedad civil.
Cuando hablamos del ámbito de lo político nos referimos a lo que se relaciona con lo público (es decir, a lo que compartimos todos los integrantes de la sociedad), con el poder, la autoridad, las reglas formales (leyes) e informales (costumbres) y el gobierno. El ámbito de lo político puede identificarse con el Estado. Las organizaciones que ha creado el Estado son las organizaciones gubernamentales: las secretarías, los ministerios, las universidades públicas, un centro cultural municipal, entre otros.
Más allá de este espacio público encontramos a la sociedad civil, que es el conjunto de ciudadanos y ciudadanas. Los dos ámbitos están en constante interacción y cambio y el límite entre ellos no es rígido ni permanente. Las agrupaciones de ciudadanos que se dedican a cubrir necesidades sociales o a reclamar frente al poder político son las organizaciones civiles: los partidos políticos, los sindicatos, las cooperativas, los movimientos sociales, las ONG, entre otros.

La cuestión social

Los conflictos sociales fueron una de las causas más importantes que determinaron el origen de las organizaciones.
De todo el recorrido histórico de la humanidad, nos interesa destacar una problemática que hasta hoy sigue vigente y se conoce como “cuestión social’”.
La cuestión social hace referencia al conflicto entre clases sociales que nació con la Revolución Industrial inglesa de fines del siglo XVIII. La industrialización trajo considerables progresos materiales, pero la nueva forma de trabajo generó dos clases antagónicas: los propietarios de fábricas y máquinas (los burgueses industriales) y los obreros industriales (el proletariado). La forma de producir bienes y las relaciones sociales que se establecen entre las dos clases se denomina capitalismo.
Durante las primeras décadas del siglo XIX, las máquinas reemplazaron parte del trabajo humano, lo que dejó desocupados a muchos obreros y empeoró las condiciones de explotación y marginalidad de los que mantenían su puesto de trabajo.
Frente a estos problemas surgieron las primeras organizaciones, que se expresaron de formas diversas. El Iuddismo,  por ejemplo, agrupó a trabajadores que asaltaban las fábricas con el propósito de destruir las máquinas. Otras formas de expresión fueron la formación de sindicatos y de partidos políticos que defendían los intereses de los sectores vulnerables. Con el transcurso del tiempo, aparecieron las ideas socialistas, marxistas, anarquistas y socialistas cristianas.
El socialismo, en general, planteó el cambio hacia una sociedad basada en los principios de igualdad, solidaridad y cooperación entre las distintas clases sociales.
El marxismo analizó la historia de la humanidad según los modos de organización de la producción. En el caso de la sociedad capitalista, proponían la revolución como único medio para terminar con la explotación del proletariado; su objetivo final era el advenimiento de una nueva sociedad sin clases y con la propiedad colectiva de los bienes.
El anarquismo pensaba en una sociedad sin Estado y sin clases sociales, organizada en pequeñas comunidades, basada en la solidaridad.
También la Iglesia católica formuló críticas severas a los excesos de la sociedad industrial. En 1981, el papa León XIII proclamó, en la encíclica Rerum Novarum, el derecho de los trabajadores a una retribución justa. La corriente política de la Iglesia a favor de la igualdad se conoce como socialismo cristiano.
A partir de la influencia de estas nuevas ideologías y prácticas políticas, los gobiernos diseñaron políticas públicas que buscaron mejorar las situaciones de injusticia y aliviar los conflictos sociales. Sin embargo, cada vez que se agrava la cuestión social por motivos políticos o económicos, los conflictos resurgen y recobran fuerza las ideas críticas que se originaron en el contexto de la Revolución Industrial.

Nuevas cuestiones sociales

Algunos de los viejos conflictos fueron resolviéndose, sobre todo a partir de la política implementada por el Estado de bienestar, pero surgieron otros; estos, a su vez, generaron nuevas formas de organización y modificaron las que ya existían.
A partir de 1970, después de una crisis económica mundial, comenzó a reformularse el rol de los Estados, que disminuyeron su función como moderadores de los conflictos y de las desigualdades. Así, quedó al descubierto la nueva cuestión social.
Como en las primeras épocas de la industrialización, la desigualdad se agudizó. Se sumaron los problemas ocasionados por los cambios en las formas de consumo y de producción de las nuevas sociedades, como los temas ambientales y ecológicos. Vamos a referirnos a algunas problemáticas vinculadas con la nueva cuestión social.
- Los cambios en la economía mundial. En la década de 1990 comenzaron a implementarse grandes ajustes económicos que tendieron a la aplicación de políticas neo- liberales: reducción de las funciones del Estado, privatización de empresas y servicios estatales y ajuste del gasto público, entre otras. En cada país, las empresas privadas también redujeron costos y las consecuencias fueron el desempleo y la caída de los salarios.
- La globalización. Los cambios en la economía y las nuevas tecnologías aceleraron el proceso de interrelación de los mercados mundiales. Este activo intercambio económico resintió las economías nacionales que no lograron competir con los productos de los países más industrializados. Además, la interdependencia entre los países hace que las crisis se expandan a escala mundial.
- La precarización laboral y la creciente desigualdad.
Las transformaciones que mencionamos antes produjeron cambios profundos en el mercado laboral: aumentaron el desempleo por el cierre o reestructuración de las empresas públicas y privadas, incrementaron la precarización laboral, es decir, las condiciones de trabajo provisorias e inestables y sin seguridad social, y favorecieron la reducción de los salarios. Por su parte, los sectores ricos aumentaron sus ingresos, lo que agudizó la desigualdad en el reparto de a riqueza dentro de cada país y entre los países.
La nueva cuestión social reactivó las organizaciones y los movimientos sociales, las cooperativas y organizaciones de ayuda, y modificó el papel de los partidos políticos y sindicatos que se tuvieron que adaptar a las nuevas realidades. También se conformaron movimientos sociales a nivel mundial que buscaban resguardar la economía y la sociedad de los países. Un ejemplo es el movimiento antiglobalización que apareció por primera vez en Seattle, Estados Unidos, rechazando la Cumbre de la Organización Mundial de Comercio con una manifestación de más de 50.000 personas.

¿Qué son los movimientos sociales?

Las protestas frente a situaciones de injusticia o de vulneración de derechos no son excepcionales para nuestra vida diaria; por el contrario, se transformaron en un elemento más del escenario político de un país. En general, estas protestas son acciones llevadas a cabo por organizaciones sociales de mayor complejidad, que denominamos movimientos sociales.
El economista y estudioso de la sociedad, Lorenz von Stein, utilizó este concepto por primera vez en 1850 y hasta el día de hoy se discute qué son los movimientos sociales y cómo evolucionan de acuerdo con las distintas problemáticas que los convocan. Pero, más allá de las discusiones, hay algunas características propias de todos los movimientos sociales:
- Son redes de interacción entre individuos, grupos y organizaciones.
- Poseen una identidad colectiva, es decir, comparten creencias y solidaridades que los aglutinan.
- Los individuos, grupos y organizaciones que los integran, están unidos frente a un conflicto que los afecta.
- Una forma de expresión de sus demandas es la protesta. Tienen lazos estables que perduran en el tiempo.
- Un movimiento social no es una organización, aunque puede contenerla; tampoco es un grupo de interés ni un partido político, pero puede vincularse con ellos. Es una estructura compleja que actúa en red. En general, su aparición es abrupta pero se mantiene en el corto o en el largo plazo.
Si bien es cierto que los movimientos sociales se constituyen frente a un conflicto, también son necesarias determinadas condiciones estructurales, como las tendencias del contexto histórico y los cambios económicos y sociales, y condiciones subjetivas, es decir, que las personas interpreten que existe una situación en la que deben participar porque entienden que su problemática individual es parte de un problema social.
Algunos de los primeros movimientos sociales fueron el movimiento obrero internacional, el feminismo y el sufragismo.

Tipos de movimientos sociales

Es posible clasificar los movimientos sociales según diferentes criterios: ideología, acciones que realizan, grupos que lo conforman, etc. En este caso, nos vamos a referir a los movimientos sociales según a escala territorial en la que se organizan, y estos son algunos de ellos:
- Movimientos locales. Se nuclean en el espacio más inmediato, sus conflictos son barriales o municipales y demandan a las autoridades correspondientes a esos ámbitos. Reclaman por asuntos de la comunidad, como construcción de desagües y cloacas, asfalto de calles, colocación de semáforos, etcétera.
- Movimientos nacionales. Se expanden por todo el país y establecen contactos con otras organizaciones y grupos nacionales. Su objetivo, en general, es el reclamo a las autoridades nacionales por la creación de empleo, la obtención de planes sociales y el diseño de políticas sociales. Se relacionan con ONG, partidos políticos y otras organizaciones de todo el país. El ejemplo más representativo de nuestro país lo constituyen los movimientos piqueteros.
- Movimientos transnacionales. Se relacionan a través de las fronteras de los países, convocando a miles de personas de todo el mundo. Reclaman por cuestiones globales frente a actores internacionales (organismos, inversores, empresas multinacionales). Son ejemplos los movimientos ecologistas y los movimientos antiglobalización, como los que analizamos anteriormente.

Nuevos movimientos sociales

A partir de la década de 1960, en Europa y en los Estados Unidos surgieron nuevos planteos a las condiciones de la época. La particularidad fue que demandaron mejores condiciones de vida, más allá de las necesidades de trabajo, alimentación y vivienda. Los movimientos sociales que comenzaron a organizarse cuestionaron el consumismo y la guerra y reclamaron por la vigencia de los derechos de las minorías, entre otros. Los ejemplos más representativos son el Mayo Francés de 1968, el movimiento hippie y el de defensa de derechos de la población afrodescendiente en los Estados Unidos, que se expresaban por medio de grandes movilizaciones.
En la Argentina, en esa misma época hubo movimientos de gran importancia, como el Cordobazo y e Rosariazo, ambos en 1969, en los que se planteaban conflictos obreros y también la resistencia al gobierno militar. A diferencia de los movimientos europeos y norteamericanos, estos denunciaban la falta de democracia, la violación a los derechos humanos y el deterioro de los niveles de vida.
En la década siguiente, la dictadura logró la desmovilización política por medio de la represión. Sin embargo, se organizó el movimiento de derechos humanos que actuó en el país pero estableció contactos con organizaciones del extranjero.
Los grandes movimientos sociales reaparecieron con fuerza durante la crisis de 2001.

La expresión a través del arte

La expresión artística más representativa de los movimientos sociales es la creación de murales. El muralismo es un movimiento artístico que surgió en México, durante la primera mitad del siglo XX, directamente asociado a la Revolución Mexicana. Su objetivo era difundir y reivindicar las luchas sociales y políticas de la época y, además, recuperar la identidad indígena. Su desarrollo también tuvo que ver con la inclusión de la democracia en el ámbito cultural. Por eso, las pinturas dejaron de estar reservadas al público de los museos y ganaron otros espacios, como edificios públicos y lugares de acceso popular. Los nuevos movimientos sociales retomaron los principios del muralismo para expresar los nuevos ideales y problemáticas.
Dentro del muralismo, vamos a referirnos a los murales zapatistas. El zapatismo fue un movimiento campesino que, durante la Revolución Mexicana, luchó contra los gobiernos autoritarios de la época y a favor del reparto de la tierra a las comunidades indígenas. En su origen, elaboró documentos fundamentales para conocer sus bases, como el Plan de Ayala y la Ley Agraria. Estas ideas fueron tomadas por movimientos sociales que hasta hoy siguen luchando por estos derechos.
En la actualidad, estos murales siguen siendo una herramienta de expresión. Reflejan ideales como la salida de la opresión de las comunidades marginadas y su camino a la libertad e igualdad. La forma de crearlos es parte del trabajo comunitario; desde el diseño hasta a ejecución, la obra es realizada a través del trabajo colectivo.
En la comunidad mexicana de Chiapas estos murales también son un recurso para reclamar al Estado mexicano su autonomía. Además, como se trata de una población indígena campesina, con altos índices de analfabetismo, el muralismo cumple una función educadora.
Este tipo de creaciones también se pueden encontrar en los Estados Unidos, Cuba, Brasil, Nicaragua, Chile y la Argentina, entre otros lugares.

Nuevos movimientos sociales en la Argentina

En las elecciones de 1999 triunfó la Alianza, un frente electoral integrado por el FREPASO y la UCR, que se había conformado para evitar que el menemismo ganara nuevamente las elecciones. La Alianza llegó al poder con las promesas de terminar con la corrupción y de lograr un reparto más equitativo de la riqueza. Sin embargo, la realidad demostró que esas expectativas estaban lejos de concretarse.
A los desacuerdos internos del gobierno se sumaron problemas económicos graves y denuncias de corrupción. A mediados de diciembre de 2001, las políticas de ajuste se agudizaron: se rebajaron un 13% los sueldos de los empleados públicos y de los jubilados y se retuvieron los ahorros bancarios (el conocido “corralito”). Cerraron empresas, escaseaba el dinero y había desabastecimiento de algunos productos.
La reacción comenzó con una ola de protestas y saqueos a comercios. El 19 y el 20 de diciembre mucha gente salió a las calles y los piqueteros cortaron rutas. El presidente De la Rúa perdió el control de la situación y renunció.
El movimiento piquetero, que fue protagonista destacado en el 2001, tuvo su origen en 1996, cuando comenzó a sentirse el impacto de la privatización de YPF en las poblaciones de Cutral-Co y Plaza Huincul (Neuquén): a los despidos masivos les siguieron el fracaso de los emprendimientos cuentapropistas, el cierre de comercios, la pérdida de servicios históricamente asociados a YPF e incluso la ruptura de los lazos sociales. Ante la falta de respuestas, los pobladores salieron a cortar rutas y caminos. ¿Por qué? Por tratarse de desocupados, las personas afectadas no podían recurrir al paro de actividades o huelga, como ocurre en los conflictos laborales, y buscaron otro modo de expresar sus necesidades y presionar al poder político. Rápidamente, la modalidad se extendió al resto del país.
Los dirigentes piqueteros, en general, son ex militantes sindicales que perdieron su condición por el desempleo.
Volvamos al 2001. La clase media urbana, agobiada por el corralito y por el desmejoramiento de sus salarios, también se expresó en las calles por medio de los “cacerolazos”. En la primera etapa de a crisis hubo cooperación entre la clase media y los sectores de bajos recursos movilizados en los piquetes. Ambos reclamaban “que se vayan todos” Luego, el vínculo se resquebrajó porque cada sector defendía intereses distintos.

Otras formas de organización

Entre las organizaciones civiles vamos a referirnos a las que pertenecen al denominado “tercer sector” o “sector voluntario” (en particular, ONG y cooperativas) y a las organizaciones de base.

Las ONG

Las Organizaciones no Gubernamentales surgieron para permitir que desde la sociedad civil se pudiera dar respuesta a necesidades que el Estado no satisfacía. Cualquier grupo de personas que, sin el propósito de obtener ganancias, busque contribuir a la solución de los problemas sociales, puede conformar una ONG.
Sus servicios y funciones son muy variados: desde la ayuda humanitaria y la promoción de la educación, desde la ecología hasta la defensa de los derechos y el desarrollo de prácticas ciudadanas participativas. También asesoran a los equipos de gobierno e informan a los ciudadanos sobre el funcionamiento de las instituciones.
Basan su labor en el trabajo voluntario, aunque también cuentan con personal de administración y conducción que se financia con fondos provenientes de donaciones de particulares, de empresas, del Estado, de organismos internacionales o de otras ONG. Con esos aportes, además, realizan las actividades de servicio social.
Las ONG tienen varias ventajas: movilizan y hacen participar a la ciudadanía en la resolución de los problemas colectivos y actúan sobre poblaciones que no están cubiertas por las políticas públicas. Las desventajas son la falta de regulación de sus actividades y de control de sus presupuestos y que algunas de las tareas que realizan carecen de suficiente difusión y de evaluación de resultados.

Las cooperativas

Las cooperativas constituyen un medio de ayuda mutua, es decir, para el beneficio de sus integrantes. Se consideran una forma de ONG, pero con ciertas particularidades.
- Varias personas se organizan de forma voluntaria para satisfacer sus necesidades económicas, sociales o culturales, por eso cada cooperativa puede ser de trabajo, de consumo y provisión, de servicios públicos, de vivienda, agropecuaria, de crédito, de seguros, de educación y escolares.
- Se asocian personas —no capitales— cuyo objetivo es el servicio. Todos sus asociados tienen los mismos deberes y derechos.
- Los valores en los que se basan las cooperativas son la autoayuda, la igualdad, la solidaridad, la responsabilidad social y la honestidad.
- Para constituir una cooperativa hace falta reunir ciertos requisitos legales, como un acta constitutiva, una cantidad mínima de diez socios y la conformación de un cuerpo directivo. Se financia con los aportes de cada socio. La organización en cooperativas es una de las primeras formas de asociarse que utilizaron en la Argentina los inmigrantes que llegaron de Europa desde fines del siglo XIX, sobre todo en las colonias agrícolas.
El cooperativismo es una forma de organización internacional, con leyes y símbolos propios. Por ejemplo, la Bandera de la Cooperación tiene siete colores, como el arco iris, y sintetiza los colores de todas las banderas del mundo. Simboliza los ideales de paz, unión, esperan- za, justicia social e/ igualdad.

Las organizaciones de base

Las organizaciones de base son las más cercanas a la comunidad. Se forman por necesidades políticas o sociales y generan acciones concretas para la solución de problemas. Desarrollan prácticas de democracia directa (como asambleas) y no cuentan con una dirigencia establecida. Las decisiones y su puesta en práctica están a cargo de las mismas bases sociales, por lo tanto, se autogestionan. No tienen estructuras de organización rígidas y dan prioridad a las relaciones directas entre sus miembros, en condiciones de igualdad y con respeto a los espacios colectivos.
Pueden ser asistidas por otras organizaciones, pero mantienen su independencia con respecto a ellas. Por ejemplo, se vinculan con ONG, partidos políticos, organizaciones gubernamentales y movimientos sociales.
Forman las células organizadas más pequeñas de la sociedad: trabajadores de una fábrica recuperada, vecinos de un barrio, un comedor comunitario, entre otras. Algunas pueden modificar su estructura originaria hasta formar movimientos sociales.

Organizaciones civiles y gubernamentales

Al principio señalamos las diferencias entre las organizaciones civiles y las organizaciones gubernamentales, pero dijimos que el límite entre ellas no era estricto. ¿Por qué? Por varias razones, entre las que se destacan:
- El financiamiento. Las organizaciones civiles responden a demandas que, muchas veces, no son atendidas por el gobierno porque no hay proyectos específicos, se desconocen las problemáticas, etc. En esos casos, las organizaciones gubernamentales pueden reconocer que las organizaciones civiles están cubriendo un espacio que el Estado dejó vacío y asumir la financiación de las actividades.
- La coordinación en la ejecución de proyectos. Con frecuencia, proyectos que surgieron de las organizaciones civiles se ejecutan de manera coordinada con las autoridades locales, nacionales o internacionales.
- La adquisición de personería jurídica o autorización.
Según su tipo, las organizaciones deben cumplir ciertos procedimientos legales y administrativos establecidos para que se las reconozca formalmente como tales, es decir, para adquirir la personería jurídica.
- La capacitación. Existen programas en los diversos niveles de gobierno destinados a capacitar y acompañar el desenvolvimiento de las organizaciones que lo requieran. En Ciudadanía en acción presentamos algunos ejemplos
concretos de estas relaciones.

martes, 25 de junio de 2013

Direcciones de los blogs

Acá les dejo las direcciones de los blogs. Todos tiene extensión blogspot.com.

3ro B:

amenazainvisible
blackwater13
elmundosecalientacg
grupocivicaguadarecursos
losarboleshablan2013
bajaelvolumencg

3ro A:

blackwatercg
labandasonoracg
basura3-0
calentamientoglobalproblemadetodos
aero-polution reforestandoideas
problemasdelcalentamiento

3ro C:

Forestandoboom
somosagua3c
meduelenlosoidos
pocodeaire
elmundoserevela.wix.com/caglobal

viernes, 24 de mayo de 2013

Trabajo grupal

Acá les dejo el listado de los temas a desarrollar y los puntos que deben tener en cuenta para elaborar el trabajo.

Tema 1: La contaminación sonora.
Tema 2: El problema de los residuos.
Tema 3: La contaminación del aire.
Tema 4: La contaminación del agua.
Tema 5: Deforestación y destrucción de la biodiversidad.
Tema 6: El calentamiento global.

1) Causas y consecuencias del problema ambiental asignado.
2) Antecedentes y estado actual de la discusión referida al tema.
3) Análisis de casos concretos.
4) políticas de desarrollo sustentable relacionadas al tema asignado al grupo.
5) Accionar de los movimientos ambientales, sociales y ONG.
6) Programas internacionales para enfrentar el problema.
7) El rol de los organismos mundiales, regionales y nacionales.
8) Educación ambiental y conciencia ciudadana.
9) soluciones para el problema asignado.

lunes, 11 de marzo de 2013

Unidad I: De la Argentina moderna a la Argentina contemporánea

Tienen que imprimir todo el contenido de esta entrada

El Estado y la Inmigración
1) El contexto internacional
Las condiciones de los países de origen
La movilidad geográfica de las personas ha sido una constante a través de la historia europea. Desde mucho antes de la emigración de masas, hombres y mujeres se desplazaron durante siglos por razones económicas, políticas o religiosas.
Tradicionalmente, en las sociedades agrícolas y pastoriles se producían movimientos estacionales de mano de obra, debido a los ciclos agrícolas y a la trashumancia ligada a la ganadería.
Otras formas de movilidad en la sociedad preindustrial fueron las migraciones del campo a las ciudades, los desplazamientos voluntarios o forzosos producidos por las guerras y las rivalidades entre Estados, la expulsión de minorías religiosas, el movimiento de artesanos especializados que ofrecían sus servicios en distintas regiones.
La "Gran Emigración" o "Emigración de masas", que se inició a comienzos del siglo XIX, fue en cierta medida una continuación de esta movilidad geográfica, pero tuvo al mismo tiempo rasgos muy particulares, que la convirtieron en un fenómeno diferente de la "emigración de oficio" característica del Antiguo Régimen. Entre 1830 y 1930 más de cincuenta millones de europeos emigraron hacia América.
En parte conserva alguna de las características de los movimientos migratorios preexistentes. Pero se distingue de ellos sobre todo por tres factores: la masividad del fenómeno, el fuerte peso de la emigración definitiva y la preeminencia de destinos mucho más lejanos, más allá de los océanos.
En la primera mitad del siglo XIX las emigraciones de trabajo representan, a causa de sus dimensiones y características, un fenómeno nuevo en la historia europea. Este gigantesco movimiento de población se manifestó de diferentes maneras, tanto de espacio como de tiempo. La cadencia y la intensidad de los flujos inmigratorios cambiaban de país a país y de región a región, como consecuencia de los diversos tiempos en los que obraron los principales factores de naturaleza económica y demográfica.
Las causas Demográficas
¿Por qué millones de habitantes de diversas naciones europeas se vieron compelidos a abandonar sus países de origen desde las primeras décadas del siglo XIX, en una dimensión que no tenía precedentes?
Una primera razón fue el crecimiento de la población. Durante siglos, las altas tasas de natalidad habían sido contrarrestadas por altas tasas de mortalidad, debidas a las hambrunas, a las enfermedades endémicas y epidémicas -viruela, peste bubónica, tuberculosis- y a las guerras. Los rendimientos de la agricultura fueron muy bajos hasta el siglo XVIII, y ponían un primer límite al incremento demográfico. Las tasas de mortalidad infantil eran muy altas, y las condiciones sanitarias deficientes. Enfermedades que hoy son benignas eran mortales, y la tuberculosis era una de las principales causas de muerte en la población joven. La mortalidad se incrementaba en los períodos de malas cosechas, y sobre todo con las epidemias.
A partir del siglo XVIII las condiciones demográficas europeas se fueron modificando. Las mejoras en la agricultura permitieron disponer de mayores recursos alimenticios, y las condiciones sanitarias mejoraron en la medida en que se iban realizando progresos en la medicina. Todo ello contribuyó a que la mortalidad fuera descendiendo, y como las tasas de natalidad siguieron siendo altas, se produjo un crecimiento de la población sin precedentes.
Mientras que al comenzar el siglo XIX la población europea había alcanzado la cifra de casi 200 millones de habitantes, para 1900 se había duplicado, de acuerdo a las cifras que siguen.
Desde el punto de vista demográfico, la emigración fue una respuesta a la presión generada por el crecimiento de la población, y sirvió como válvula de escape.
No todos los países europeos ni todas las regiones dentro de ellos participaron del fenómeno migratorio de la misma forma. No es posible establecer una correlación mecánica entre crecimiento de la población y emigración. A la presión demográfica se sumaban otros factores. Sin embargo, es evidente que la emigración de masas fue posible en la medida en que la población europea comenzó a crecer a un ritmo inusitado.
Las Causas Económicas
El siglo XIX fue para Europa un período de profundas transformaciones económicas, marcado por el proceso de industrialización y sus consecuencias.
Desde los comienzos de la Revolución Industrial en Gran Bretaña a fines del siglo XVIII, este fenómeno fue difundiéndose por el continente. La industria se convirtió en la actividad económica más dinámica. Las viejas formas de producción industrial fueron paulatinamente reemplazadas por el sistema de fábrica. Tuvo lugar un acelerado proceso de urbanización, caracterizado por el crecimiento y modernización de las ciudades, incrementándose la población urbana con relación a la población rural. Los cambios también afectaron a la producción agrícola, que fue mejorando sus rendimientos gracias al proceso de innovación tecnológica. Cambios en las relaciones de producción y en los regímenes de propiedad llevaron a la progresiva parcelación territorial y al cultivo de las tierras marginales. El fuerte crecimiento de la población acentuó en muchas áreas la crisis alimenticia y la escasez de tierras libres. Las migraciones del campo a la ciudad contribuyeron a agravar la disminución de los salarios y la desocupación del proletariado urbano.
En la medida en que el proceso de industrialización fue contemporáneo al proceso migratorio, cabe preguntarse en qué medida fue una de sus causas.
Sin duda las nuevas condiciones económicas crearon un marco de posibilidades para la emigración masiva. En primer lugar, la llamada "revolución de los transportes", que tuvo lugar a partir de la década de 1820. Ella agilizó notoriamente el transporte terrestre con la difusión del ferrocarril, acortando distancias y permitiendo desplazamientos de más largo alcance. También hizo posible, con la navegación a vapor, el abaratamiento de los viajes oceánicos y la reducción de los tiempos de viaje.
Hacia fines del siglo XIX los pasajes marítimos eran relativamente accesibles, y el tiempo de viaje entre los puertos europeos y el de Buenos Aires se había acortado sensiblemente. En 1830 cruzar el Atlántico en barcos a vela desde los puertos italianos de Génova o Livorno insumía no menos de cincuenta días. Con la aparición de los barcos a vapor el tiempo del viaje se redujo a menos de la mitad, es decir entre 18 y 24 días. Estas condiciones podían modificarse a causa del clima o de desperfectos técnicos, lo cual alargaba la duración del trayecto.
La conformación de un mercado mundial crecientemente integrado favoreció el libre movimiento de las personas y el desplazamiento de trabajadores desde zonas con exceso de mano de obra hacia las regiones en las que ésta escaseaba. También facilitó el envío de remesas de parte de los emigrantes a sus países de origen, ya que no existían restricciones para el giro de moneda desde los países de destino. Las sumas de dinero que giraban los inmigrantes en forma individual no eran elevadas, pero dada la gran cantidad de personas que residían lejos de sus hogares, la suma total fue muy importante, y tuvo una fuerte incidencia sobre la economía europea.
Las nuevas condiciones económicas también actuaron como factores de expulsión. Por ejemplo, el desarrollo de determinadas regiones a expensas de otras implicó el empobrecimiento de estas últimas. La difusión de procesos de innovación tecnológica que arruinaban a actividades tradicionales, como el artesanado, contribuyó sin duda a provocar movimientos de población. En muchos casos los artesanos elegían la vía de la emigración como alternativa a la proletarización, y buscaban ejercer sus oficios en los países de destino. Aunque el aumento de la población llevaba consigo una creciente demanda de bienes y una mayor producción, la expansión industrial no tenía la capacidad de absorber la oferta de trabajo disponible. Los desplazamientos internos de la población rural hacia las ciudades, y los transoceánicos hacia las ocasiones de trabajo en el extranjero, representaron la respuesta natural a la "presión demográfica diferencial" entre países europeos y americanos.
En algunas regiones de Europa, la conformación de mercados nacionales y la unificación de tarifas externas, perjudicó a las regiones más atrasadas, como por ejemplo el Sur de Italia.
Se ha tratado de establecer una correlación entre la emigración masiva y la crisis agraria que vivió Europa entre mediados de la década de 1870 y mediados de la de 1890, debida a la gran depresión de los precios de los cereales generada por la competencia de los granos extranjeros. Ello habría generado la ruina de parte del campesinado, que se habría visto obligado a emigrar. Pero todo ello varió según países y regiones, y es difícil encontrar explicaciones generales satisfactorias.
Algunas regiones de Italia, como la Liguria, tuvieron su apogeo emigratorio antes de la "Gran Depresión", y otras, como Sicilia, lo comenzaron una vez finalizada la crisis. Pero en el Veneto el flujo emigratorio estuvo estrechamente vinculado a las fluctuaciones de la economía agraria. En lo que respecta a España, el auge de la emigración ultramarina se produjo hacia mediados de los años noventa, cuando Europa en su conjunto comenzaba a salir de la gran depresión.
Las condiciones económicas fueron sin duda factores determinantes de la emigración, pero variaron de país en país y de región en región. En algunos casos la crisis agraria fue el principal factor de expulsión. Pero en otros no fue así: en el Norte de Italia la difusión del telar mecánico, que perjudicó a los campesinos que efectuaban trabajo a domicilio con telares manuales, tuvo una importancia similar a la caída de los precios agrícolas como motor de la emigración ultramarina. En España fue clave la ruptura comercial con Francia a comienzos de la década de 1890, ya que cerró un mercado al que se dirigía la mayor parte de la producción agraria. También debe tenerse en cuenta que la emigración puede ser inducida por catástrofes naturales, como las plagas agrícolas, que afectan sólo a algunas regiones.
¿Fue la miseria generada por las nuevas condiciones económicas la principal causa de la emigración? Más allá de casos aislados, no parece haber sido la regla. La pobreza extrema era más un obstáculo que un motor de la emigración transoceánica. En primer lugar porque los emigrantes debían hacer frente al costo del pasaje, salvo en aquellos casos en que existieran pasajes subsidiados (como en el caso de Brasil y de Argentina en algunos años). En segundo término, porque para los sectores más carenciados resultaba difícil disponer de recursos como para sobrevivir sin trabajar el tiempo del viaje y el que llevara la incorporación al mercado laboral en el país de destino.
Generalmente no eran los más pobres los que emigraban. Encuestas realizadas en el Sur de Italia a principios de este siglo revelan que muchos campesinos de zonas deprimidas no emigraron a América por falta de dinero para poder hacerlo. En los casos de España e Italia no se emigraba desde las zonas de latifundio, donde se encuentra la mayor cantidad de jornaleros agrícolas, sino desde aquellas de minifundio, cuyos habitantes, pequeños propietarios o arrendatarios, se encontraban en una situación relativamente más holgada. En realidad, quienes emigraban lo hacían por diversas motivaciones, que no siempre eran económicas.
Las Causas Sociales y Políticas
El siglo XIX fue también un siglo de alta conflictividad social, y ella no fue ajena al proceso migratorio.
Una vez más, la situación varió en términos regionales. Algunos autores trataron de encontrar una correlación entre altos niveles de organización social -sindicatos y partidos políticos fuertes- y bajas tasas de emigración. E inversamente, entre bajos niveles de organización social y elevadas tasas de emigración. Ello no es necesariamente así: podía darse que mientras los estratos más sumergidos elegían la sindicalización o la lucha política, los arrendatarios y pequeños propietarios podían optar por la emigración. No se trataría de altas y bajas tasas de emigración, sino de diversos estratos sociales que emigraban.
Más allá de las variantes regionales, la emigración era una válvula de escape para las sociedades con alta conflictividad. En realidad, la emigración política se había iniciado con el exilio de liberales y republicanos, y se continuó más tarde con el de socialistas, anarquistas y comunistas. En algunos casos, como el italiano, las autoridades fomentaban la emigración de militantes radicalizados, otorgándoles la libertad y un pasaporte "limpio" a cambio de que abandonaran el territorio italiano.
A los emigrados por razones sociales o políticas, debemos agregar a los que se expatriaban por razones religiosas. Entre ellos se incluyen tanto los miembros de minorías que emigraban para realizar proyectos comunitarios en los países de destino -por ejemplo los valdenses- como los grupos víctimas de persecuciones en los países de origen, como los judíos o los armenios.
De entre la variedad de protagonistas y situaciones del movimiento migratorio, es posible recortar dos figuras.
En primer lugar, la de aquellos afectados en su actividad por el cambio de las condiciones económicas, demográficas y sociales (nacionales o continentales) que hemos considerado previamente. Esta categoría abarca desde los artesanos urbanos desplazados por la aparición del sistema de fábrica hasta los agricultores perjudicados por una ampliación de mercados que favorece a ciertas regiones y empobrece a otras. Ambos, artesanos y agricultores, buscan revalorizar, a través de la emigración, sus profesiones. Intentan defender actividades que no sólo les permitan subsistir, sino también mantener una forma de sociabilidad y un tipo de estructura familiar.
Una segunda figura sería la de aquellas personas que buscan valorizar al máximo, a través de estrategias de movilidad social, ciertas ventajas comparativas que poseen, como un pequeño capital, un título, o simplemente un conjunto de conocimientos empíricos. Los nuevos espacios que se abren en las sociedades de ultramar aparecen ante ellos como muy adecuados para favorecer su veloz ascenso social.
2) El contexto nacional
La Argentina fue uno de los países del Nuevo Mundo que más inmigrantes recibió en el período de emigración de masas. Si bien en términos absolutos la cantidad de inmigrantes que se instalaron en el país entre 1880 y 1930 fue inferior a la de los que se dirigieron a los Estados Unidos, la Argentina fue el país que tuvo la mayor proporción de extranjeros con relación a su población total. De acuerdo a los datos del censo de 1914, una tercera parte de los habitantes del país estaba compuesta por extranjeros.
¿Por qué tantos inmigrantes decidieron instalarse en nuestro país? ¿Qué ofrecía la Argentina como factores de atracción durante la época de las migraciones masivas?
Hay que considerar que desde las últimas décadas del siglo pasado el país ingresó en una etapa de expansión económica sin precedentes, acompañada por un proceso de pacificación política y de consolidación de las instituciones.
Todo ello favoreció la llegada de inmigrantes, y convirtió a la Argentina en uno de los destinos privilegiados.
La inmigración en el proyecto de organización nacional
La organización política e institucional y la modernización económica y social fueron los pilares en los que se asentó el proceso de transformación. En este marco, la inmigración fue el resultado de “un esfuerzo consciente de parte de las élites que dirigieron la organización del país para sustituir su vieja estructura, heredada de la sociedad colonial, con una estructura social inspirada en los países más avanzados de occidente" (G. Germani, 1965, p.180)
El propósito principal y explícito no era solamente el de "poblar el desierto", sino también el de modificar sustancialmente la composición de su población, sumando a la población nativa la de inmigrantes europeos, que debían transmitir sus valores al conjunto de los habitantes del país.
Estas ideas aparecieron ya explicitadas en la "Bases y puntos de partida para la Organización Política de la República Argentina", de Juan Bautista Alberdi, cuya primera edición fue publicada en mayo de 1852, a pocos meses de la derrota de Rosas en Caseros. Alberdi veía a la inmigración como "un medio de progreso y de cultura para América del Sur" (Bases, ed. Jackson, 1953, p.77).
Para Alberdi, la Argentina debía recibir, a través de los inmigrantes, "el espíritu vivificante de la civilización europea". (Bases, p.77). Ellos introducirían hábitos de orden y de buena educación, hábitos de industria y de laboriosidad, y los transmitirían al conjunto de la población del país. Alberdi veía en la inmigración una de las claves para el desarrollo de la Argentina, ya que los habitantes de los países más industrializados, es decir los de Europa del Norte, al radicarse en nuestro país harían posible que éste se transformara y se convirtiera en una nación avanzada. Alberdi creía en lo que él designaba como "la educación de las cosas", que consistía en educar con el ejemplo y con la enseñanza de habilidades concretas, más que con la enseñanza humanística y formal.
Para fomentar la inmigración, Alberdi proponía una serie de medidas concretas. Por un parte, firmar tratados con países extranjeros que garantizaran los derechos de propiedad, de libertad civil, de seguridad, de adquisición y de tránsito. Veía a los tratados de amistad y comercio como "el medio honorable de colocar la civilización sudamericana bajo el protectorado de la civilización del mundo" (Bases, p.80). En segundo término, el gobierno debería fomentar la inmigración espontánea, otorgando a los inmigrantes "franquicias que les hagan olvidar su condición de extranjeros" (p.82), siguiendo el modelo de los Estados Unidos. En tercer lugar, sostenía que la tolerancia religiosa era un elemento clave y presentaba para América española un "dilema fatal”; o católica exclusivamente y despoblada; o poblada y próspera, y tolerante en materia de religión" (p.83). Excluir a los no católicos, principalmente los protestantes, era para Alberdi excluir a los pobladores que más necesita este continente.
La atracción de inmigrantes y su distribución a lo largo de todo el territorio nacional sólo serían posibles contando con un adecuado sistema de transportes. El ferrocarril, la libre navegación de los ríos y la supresión de las aduanas interiores eran vistos por Alberdi como condiciones para que la acción civilizadora de Europa penetrara en el interior de nuestro continente (pp.86-97).
Sostenía también que la legislación civil y comercial debía facilitar la radicación de extranjeros, para lo cual era necesaria una reforma de las leyes para adecuarlas a la nueva constitución.
Las "Bases" fue uno de los textos en los que se inspiró la Constitución de 1853, que en su artículo 25 establece que "El gobierno Federal fomentará la inmigración europea y no podrá restringir, limitar ni gravar con impuesto alguno la entrada en el territorio argentino de los extranjeros que traigan por objeto labrar la tierra, mejorar las industrias e introducir y enseñar las ciencias y las artes". Otros artículos garantizan los derechos civiles de todos los habitantes de la Confederación (Art.14), el derecho de propiedad (Art.17), la seguridad jurídica (Art.18). El artículo 20 establece que "Los extranjeros gozan en el territorio de la Confederación de todos los derechos civiles del ciudadano; pueden ejercer su industria, comercio y profesión; poseer bienes raíces, comprarlos y enajenarlos; navegar los ríos y costas; ejercer libremente su culto; testar y casarse conforme a las leyes. No están obligados a admitir la ciudadanía, ni a pagar contribuciones forzosas extraordinarias."
Si bien tanto el gobierno de la Confederación como el de la Provincia de Buenos Aires tomaron diversas medidas para fomentar la inmigración, recién en 1876, durante la presidencia de Avellaneda, se promulgó la ley nº 817, de "inmigración y colonización", sancionada el 19 de octubre de dicho año.
La pacificación política y la organización del Estado
La construcción de un estado nacional fue un proceso lento y complejo que se inició con la Revolución de Mayo y demandó más de medio siglo de guerras civiles y experimentos fallidos.
A pesar de la intensa actividad económica despertada ya antes de la caída de Rosas por las transformaciones que se iban produciendo en la economía mundial, las posibilidades de expansión se veían limitadas por diversos factores de orden económico e institucional.
La ausencia de un mercado nacional integrado, la precariedad de los medios de comunicación, la anarquía en los medios de pago, la inexistencia de un mercado financiero, las dificultades para expandir la frontera territorial contribuían a generar un marco de inestabilidad que atentaba contra el crecimiento económico.
Además, la ausencia de garantías sobre la propiedad, sobre la estabilidad productiva y aún sobre la propia vida -derivadas de las continuas guerras civiles y de las incursiones indígenas- ponían escollos casi insalvables a la iniciativa privada.
"La distancia entre proyecto y concreción, entre la utopía del 'progreso' y la realidad del atraso y el caos, era la distancia entre la constitución formal de la nación y la efectiva existencia de un estado nacional" (Oszlak, 1982, p.54).
A los pocos meses de la caída de Rosas, en septiembre de 1852, se inició una nueva etapa de fragmentación política del territorio. A pesar de que en 1853 fue sancionada la Constitución, entre 1852 y 1862 la Provincia de Buenos Aires estuvo escindida del resto de las provincias, nucleadas en la Confederación Argentina cuya capital era Paraná.
Si bien con la batalla de Pavón se produjo la reunificación del territorio y el inicio de las "presidencias nacionales" -Mitre, Sarmiento y Avellaneda-, quedaban pendientes diversas cuestiones a resolver que llevaron a nuevos enfrentamientos armados. Los levantamientos de montoneras en las provincias del Noroeste, de Cuyo y de Entre Ríos en las décadas de 1860 y 1870 y las luchas que tuvieron lugar en torno a la capitalización de Buenos Aires, que culminaron recién en 1880, fueron las expresiones más salientes del conflicto. A los enfrentamientos internos se sumó la Guerra con el Paraguay, que tuvo lugar entre 1865 y 1870.
Para la élite argentina el "orden" aparecía como una condición del progreso económico, y tenía a su vez proyecciones externas. Su instauración permitiría obtener la confianza del extranjero en la estabilidad del país y sus instituciones. Con ello se atraerían capitales e inmigrantes, dos factores de producción sin cuyo concurso toda perspectiva de progreso resultaba virtualmente nula.
A pesar de los conflictos internos y externos, las primeras presidencias constituyeron una etapa de modernización jurídica y política. Por primera vez se puso en práctica la división de poderes establecida por la Constitución, al instalarse en 1862 el Poder Judicial. A partir de 1863 se reglamentó la emisión del voto sobre la base de las normas fijadas por la Constitución, instaurándose el sistema electoral que tuvo vigencia hasta 1912.
La aprobación de los Códigos Civil y de Comercio permitió consolidar la legislación privada y penal para todo el país, estableciendo las bases de la seguridad jurídica.
A partir de 1880, al iniciarse la presidencia de Roca, el país se pacificó, y la paz política permitió a la nueva administración emprender con éxito la transformación de la estructura institucional del país.
Luego de la federalización de la ciudad de Buenos Aires, diversas medidas procuraron consolidar y organizar el nuevo marco institucional, entre ellas la organización de los territorios nacionales, la creación del Código de Procedimientos en lo civil, la Ley de Unificación Monetaria, la Ley de Educación Común (1884) y la de Registro Civil (1888).
La expansión económica
Desde mediados del siglo XIX hasta la Primera Guerra Mundial la economía argentina creció en forma sostenida, a un ritmo que se aceleró a partir de la década de 1880.
El período 1880-1914 fue la etapa de mayor crecimiento económico del país. "Las tendencias que ya se visualizaban con anterioridad a 1880 terminaron por generar un crecimiento irregular pero vigoroso, orientado hacia las exportaciones, de un dinamismo inusual aún en aquellos años en los que muchas de las regiones periféricas del mundo asistían a procesos en los que las exportaciones constituían el motor del crecimiento. Ya sea que se compare el crecimiento experimentado por Argentina con su propia evolución anterior o posterior, o con lo que estaba sucediendo en el resto del mundo durante el período 1880-1913, puede calificárselo, sin lugar a dudas, de extraordinario" (Díaz Alejandro, 1980, p.370). Entre 1880 y 1913 el producto bruto per cápita se duplicó. La población total se cuadruplicó, elevándose de menos de dos millones de habitantes a comienzos de la década de 1870 a más de ocho millones en 1914. Las tasas de crecimiento anual entre 1880 y 1914 fueron del 3.4% para la población y de entre 2% y 2.5% para el PBI.
La base de este crecimiento estuvo constituida por una serie de factores, entre los que se destacan la expansión acelerada de la producción agropecuaria, el crecimiento de las exportaciones, la modernización del sistema de transportes -en particular gracias a la construcción de los ferrocarriles y el crecimiento de la población. Estos cambios afectaron la configuración del espacio y se tradujeron en la formación de un mercado nacional, y en el desarrollo de una incipiente industria vinculada a la ganadería y al agro.
Al mismo tiempo, la Argentina se fue incorporando a un mercado mundial crecientemente integrado como país exportador de productos agropecuarios.
Desde la década de 1820 tuvo lugar un primer proceso de modernización y diversificación de la producción agropecuaria, gracias a la introducción y difusión de la cría del ovino, proceso que se aceleró desde la década de 1840. Para 1851 la lana constituía más del 10% de las exportaciones totales del país, y el stock de ovejas alcanzaba a 14 millones de cabezas (hacia 1810 el número de ovejas era de entre 2 y 3 millones). La expansión del ovino continuó en la década de 1860, produciéndose una verdadera "fiebre del lanar". Para 1865 la lana se había convertido en el principal producto de exportación de la Provincia de Buenos Aires y también del país. En los años setenta el sector siguió en crecimiento, aunque expuesto a los altibajos que derivaban tanto de las condiciones del mercado internacional como de los problemas locales que afectaban a la cría y a la exportación (H. Sábato, 1989, 42-43).
Hasta fin de siglo la lana siguió siendo el principal producto de exportación del país, pero la cría de ovinos fue declinando paulatinamente desde la década de 1880. Al mismo tiempo, las variedades destinadas a la producción de lana -como el merino- se fueron desplazando desde la provincia de Buenos Aires hacia el sur, reemplazadas por nuevas razas, que servían también para el abastecimiento de carne a la naciente industria frigorífica.
Pero además, para fines de la década de 1880 ya estaba madurando otro proceso, que cambió radicalmente el uso del suelo en la pampa húmeda. El vacuno, destinado a los frigoríficos, fue reemplazando al ovino. Al mismo tiempo, se produjo una fuerte expansión de la agricultura, gracias a la incorporación de nuevas tierras
"Hacia mediados los años 1876-79, la superficie que estaba en explotación en la zona pampeana argentina alcanzaba a 54,6 millones de hectáreas. Entre esos años y el final de la década de 1880, esa superficie llegaba a 83,8 millones de hectáreas. En una década se habían agregado unos 30 millones de hectáreas, alcanzando la superficie explotable en la Pampa Húmeda sus dimensiones actuales. (...)" (R. Cortés Conde, 1980, p.377). En los años ochenta la incorporación de tierras se debió sobre todo a la campaña del desierto.
El crecimiento de la oferta de tierras permitió en primer lugar una gran expansión de la ganadería vacuna, sobre todo en la provincia de Buenos Aires. A partir de la extensión del ferrocarril, comenzó la expansión de la agricultura, que se aceleró en la década de 1890. En una primera etapa la provincia de Santa Fe lideró este proceso, seguida por la de Buenos Aires, pero hacia 1914 la producción cerealera de Buenos Aires superaba ampliamente a la de Santa Fe.
El aumento de la producción agrícola, especialmente en el caso del trigo, se tradujo en un fuerte incremento de las exportaciones, que pasaron de 328.000 toneladas en 1890 a 1.900.000 en 1900.
También fueron incrementándose las exportaciones de carne congelada, gracias a la expansión de la actividad frigorífica y a la mestización del ganado.
Si bien la primera línea ferroviaria comenzó a construirse en 1857, el aumento de las millas construidas fue lento hasta la década de 1880. En 1880 la longitud total de las líneas ferroviarias era de 1563 millas. Para 1890 de casi 6000, y para 1914 de más de 21.000. Las etapas de mayor expansión fueron los años ochenta y la década previa a la primera guerra mundial. Para entonces todas las líneas troncales estaban trazadas, y de allí en más el crecimiento fue muy lento.
La construcción de los ferrocarriles fue un elemento clave en la consolidación de la actividad agroexportadora, ya que posibilitó la colonización y explotación comercial de la pampa. El desarrollo agrícola no hubiera sido posible sin ferrocarril, ya que no existían vías alternativas que permitieran el transporte desde las zonas de producción.
La legislación migratoria
La legislación argentina otorga igualdad de derechos y obligaciones a nativos y extranjeros. Así lo sostiene nuestra Constitución en su artículo 20 cuando expresa: "Los extranjeros gozan en el territorio de la Nación de todos los derechos civiles del ciudadano; pueden ejercer su industria, comercio y profesión. No están obligados a admitir la ciudadanía, ni a pagar contribuciones forzosas extraordinarias".
Durante la presidencia de Nicolás Avellaneda, en 1876, se sancionó y promulgó la ley no. 817, primera que regula la inmigración y colonización. La ley consta de 121 capítulos, la mitad de ellos dedicados a la inmigración, y la otra mitad a la colonización. En 1903, al sancionarse la ley nº 4167 "de venta y arrendamiento de tierras fiscales", quedó derogada la parte correspondiente a la colonización.
Por medio de la Ley se creó el Departamento General de Inmigración, dependiente del Ministerio del Interior (Art.1º); dándole al Poder Ejecutivo la facultad de nombrar agentes en aquellos puntos de Europa o de América que considere convenientes para fomentar la inmigración para la República Argentina, los que tendrán como función "desarrollar una continua propaganda, proporcionar gratuitamente informes a los interesados, certificar sobre la conducta y actitud industrial del inmigrante, intervenir en los contratos de transporte y, en algunos casos, pagar sus pasajes" (Art.4).
El Ejecutivo podrá también “nombrar comisiones de inmigración en los puntos del país interesados en el problema, con la función de alojar, colocar y trasladar inmigrantes” (Art.8). Oficinas de trabajo y de colocación colaborarán con el Departamento de inmigración de Buenos Aires y con las comisiones locales para atender los pedidos de "profesores, artesanos, jornaleros o labradores que se les hicieses" y "procurar condiciones ventajosas para la colocación de los inmigrantes en el arte, oficio o industria a que prefiriesen dedicarse” (Art.48). El Departamento de Inmigración deberá "propender por todos los medios a su alcance a fomentar y facilitar la internación de inmigrantes en el Interior” (Art.3).
En el artículo 12 la ley define como inmigrante a "todo extranjero jornalero, artesano, industrial, agricultor o profesor, que siendo menor de sesenta años y acreditando su moralidad y sus aptitudes, llegase a la república para establecerse en ella, en buques a vapor o a vela, pagando pasaje de segunda o tercera clase, o teniendo el viaje pagado por cuenta de la Nación, de las provincias o de las empresas particulares, protectoras de la inmigración y la colonización.”
Todo inmigrante, siempre que "acreditase suficientemente su buena conducta y su aptitud para cualquier industria, arte u oficio útil", gozaba del derecho de ser alojado y mantenido a expensas del Estado durante los cinco días siguientes a su desembarco (Art.45). Además, el Poder Público se hacía también cargo de su traslado al lugar del país que eligiese como residencia. Por otra parte, cuando el inmigrante así lo desease, podía obtener ocupación a través de la Oficina del Trabajo.
En caso de dirigirse al interior del país, y si en el lugar de destino había Comisión de Inmigración, ésta debía otorgar al inmigrante alojamiento y alimentación por un plazo de hasta diez días.
Fuente
Sarmiento, Domingo F.; Facundo, civilización y barbarie en las pampas argentinas; Emecé editores; Buenos Aires, 1999.
Extractos del primer capítulo, Aspectos físicos de la república Argentina; caracteres, hábitos e ideas que engendra.
El continente americano termina al sur, en una punta en cuya extremidad se forma el estrecho de Magallanes. Al oeste, y a corta distancia del Pacífico, se extienden paralelos a la costa, los andes chilenos. La tierra que queda al oriente de aquella cadena de montañas y al occidente del Atlántico, siguiendo el Río de la Plata hacia el interior por el Uruguay arriba, es el territorio que se llamó Provincias unidas del Río de la Plata, y en el que aún se derrama sangre por denominarlo República Argentina o Confederación Argentina. Al norte están el Paraguay, el gran Chaco y Bolivia, sus límites presuntos.
La inmensa extensión del país que está en sus extremos es enteramente despoblada, y ríos navegables posee que no ha surcado aún el frágil barquichuelo. El mal que aqueja a la República Argentina es la extensión: el desierto la rodea por todas partes y se le insinúa en las entrañas; la soledad, el despoblado sin una habitación humana, son, por lo general, los límites incuestionables entre unas y otras provincias. Allí la inmensidad por todas partes (…).
(…)Si no es la proximidad con el salvaje lo que inquita al hombre de campo, es el temor de un tigre que lo acecha, de una víbora que puede pisar. Esta inseguridad de la vida, que es habitual y permanente en las campañas, imprime, a mi parecer un carácter particular al ser argentino (…).
(…) pudiera señalarse como rasgo notable de la fisonomía de este país, la aglomeración de ríos navegables (…), pero estos inmensos canales excavados por la solícita mano de la naturaleza, no introducen cambio ninguno en las costumbres nacionales. El hijo de los aventureros españoles que colonizaron el país, detesta la navegación y se considera como aprisionado en los estrechos límites del bote o de la lancha.
De este modo el favor mas grande que la providencia depara a un pueblo, el gaucho argentino lo desdeña (…).
(…) De todos estos ríos que debieran llevar la civilización, solo uno hay que es fecundo en beneficios para los que moran en sus riberas: el Plata, que los resume a todos juntos.
En su embocadura están situadas dos ciudades, Montevideo y Buenos Aires, cosechando hoy alternativamente las ventajas de su envidiable posición. (…).
(…) Buenos Aires, ella sola, en la vasta extensión argentina, está en contacto con las naciones europeas; ella sola explota las ventajas del comercio extranjero; ella sola tiene poder y rentas. En vano le han pedido las provincias que les deje pasar un poco de civilización. (…).
(…) Esta llanura sin límites que desde Salta a Buenos Aires, y de allí a Mendoza, por una distancia de más setecientas leguas permite rodar enormes y pesadas carreteras sin encontrar obstáculo alguno, (…), constituye uno de los rasgos más notables de la fisonomía interior de la República. (…).
El pueblo que habita estas extensas comarcas se compone de dos razas diversas, que mezclándose forman medios tintes imperceptibles: españoles e indígenas. (…). La raza negra, casi extinta ya, excepto en Buenos Aires, ha dejando sus zambos y mulatos, habitantes de las ciudades. (…).
(…) Por lo demás, de la fusión de estas tres familias ha resultado un todo homogéneo, que se distingue por su amor a la ociosidad e incapacidad industrial. (…).
(…) el hombre de la ciudad viste el traje europeo, vive de la vida civilizada tal como la conocemos en todas partes; allí están las leyes, las ideas de progreso, los medios de instrucción, alguna organización municipal, el gobierno regular, etcétera. Saliendo del recinto de la ciudad todo cambia de aspecto: el hombre del campo lleva otro traje, que llamaré americano por ser común a todos los pueblos; sus hábitos de vida son diversos, sus necesidades peculiares y limitadas; parecen dos sociedades distintas, dos pueblos extraños uno del otro. (…).
(…) La vida primitiva de los pueblos, la vida eminentemente bárbara y estacionaria, la vida de Abraham, que el la del beduino de hoy, asoma en los campos argentinos, aunque modificada por la civilización de un modo extraño. (…). El progreso está sofocado, porque no puede haber progreso sin la posesión permanente del suelo, sin la ciudad, que es la que desenvuelve la capacidad industrial del hombre y le permite extender sus adquisiciones. (…) La civilización es del todo irrealizable, la barbarie es normal, y gracias a las costumbres domésticas conservan un corto depósito de moral. (…).
Peguntas
1) ¿Qué rasgos de la Argentina caracterizan, según Sarmiento, a la civilización, y cuales a la barbarie?
2) ¿Cómo define Sarmiento a la vida en la campaña?
3) ¿Cuáles serían, siguiendo el pensamiento de Sarmiento expresado en estos párrafos, los elementos de la sociedad moderna que podrían promover la civilización?
La vida en los conventillos
La vivienda fue un indicador de vida de los grupos populares que residían en el centro de la ciudad. Aún cuando los conventillos, de acuerdo con los censos municipales de 1887 y 1904, solo albergaban un cuarto o tercio de la población del centro, las condiciones de vida en ellos eran similares, en muchos sentidos, a las de todas las clases populares del área céntrica. El 60 o 70% de la población que no vivía en conventillos o en unidades individuales de familia, ocupaban casas de pensión, departamentos pequeños o estrechas casas de dos pisos que albergaban a dos o más familias. Pero la vida en esas casas difería poco del conventillo en cuanto al tamaño de las habitaciones y los servicios.
Los conventillos surgieron por primera vez en la ciudad en las década de 1850 cuando las casas de patio, ya deterioradas, ubicadas al sur de Plaza de Mayo, se convirtieron en viviendas colectivas. Estos viejos edificios, a menudo sólo con ligeras remodelaciones interiores, aportaban beneficios mucho más altos a los propietarios como inquilinatos que como casas para las clases pudientes.
Los conventillos atraían periódicamente la atención pública. Durante la epidemia de fiebre amarilla de 1871, el ataque sensacionalista de periodismo se centró de inmediato en ellos. Las comisiones de salud establecidas en cada parroquia para controlar la epidemia cayeron con mano pesada sobre los conventillos. La forzada expulsión de sus ocupantes sólo dio como resultado un hacinamiento mayor en otra parte.
Estos asentamientos daban a sus propietarios grandes dividendos. Casi ninguno satisfacía las exigencias mínimas de la ciudad en materia de edificación, de letrinas o mantenimiento. Desgraciadamente, la municipalidad carecía de autoridad para hacer cumplir sus reformas. En verdad, los inspectores frecuentemente aceptaban la inhabitabilidad de los conventillos y llevaban a cabo su tarea dando cifras de ocupaciones menores de las reales.
A pesar del hacinamiento estimulado por los alquileres siempre en alza, las condiciones sanitarias de los conventillos mejoraron perceptiblemente durante el período de prosperidad que comenzó en 1905. Sus habitantes se beneficiaron mucho de la mejora en los servicios municipales (agua corriente, cloacas y recolección de desperdicios) alcanzadas en la zona céntrica, lugar donde se hallaban concentrados los conventillos.
Las habitaciones eran algo más chicas desde 1870, pero los materiales de construcción y los métodos habían mejorado. Cada habitación tenía ahora una puerta y una ventana aunque aún había un promedio de un cuarto de baño con ducha para cada 60 personas.
Los alquileres constituían una parte tan sustancial y fija del presupuesto del obrero que los aumentos comenzaron a provocar la protesta de los inquilinos. Por primera vez en 1890 organizaron una comisión que tomara medidas contra los propietarios. Un importante aumento en 1907 provocó nuevas protestas y condujo a la famosa “huelga de los inquilinos”. La asociación de propietarios adoptó una línea dura y se mostró decidida a iniciar acciones judiciales para desalojar a los inquilinos huelguistas. El propietario porteño exigía siempre que el inquilino suministrara una garantía o un depósito, pagara varios meses por adelantado, o pagara los dos primeros meses sin recibir recibo. En este último caso el propietario solo daba un recibo cuando se le pagaba el tercer mes de alquiler, marcado y fechado como si fuera el primero. En consecuencia, cualquier inquilino demandado por falta de pago aparecía ante el tribunal con una mora de dos meses. Los funcionarios respondían con frecuencia a los intereses del propietario influyente más que a los de los inquilinos, que a menudo eran obreros analfabetos, extranjeros, y además sucios. La lucha se extendió hasta octubre y los inquilinos persistieron en exigir una reducción del 30% en los alquileres; así la violencia comenzó a signar los desalojos forzosos. Finalmente, los inquilinos fueron derrotados por los propietarios, mejor organizados y apoyados.
Los años de prosperidad económica trajeron no solo crecimiento demográfico sino también mayores oportunidades. Al obrero aclimatado el medio ambiente porteño y que poseía un oficio o ahorros, el progreso lo llevaba hacia los suburbios. Los hijos e hijas de inmigrantes buscaron un lote de tierra y un hogar e las afueras. Después de la electrificación y unificación del sistema tranviario, las bajas tarifas apoyaron firmemente esos esfuerzos y acentuaron ese desplazamiento.
Tortazos (Milonga – 1930)
Música: José Razzano
Letra: Enrique Maroni
Te conquistaron con plata
y al trote viniste al centro,
algo tenías adentro
que te hizo meter la pata;
al diablo fue la alpargata
y echaste todo a rodar;
el afán de figurar
fue tu "hobby" más sentido
y ahora, hasta tenés marido...
las cosas que hay que aguantar.

M'hjita, me causa gracia
tu nuevo estado civil.
Si será gil ese gil
que creyó en tu aristocracia:
Vos sos la Ñata Pancracia,
alias "Nariz Arrugada",
vendedora de empanada,
en el barrio de Pompeya.
¿Y tú mama? Bueno, de ella,
¡respetemos la finada!
Y ahora tenés voaturé,
un tapao petí gris
y tenés un infeliz
que la chamuya en francés...
¡Qué hacés, tres veces que hacés,
Señora Ramos Lavalle!
Si cuando lucís tu talle,
con ese coso del brazo,
¡no te rompo de un tortazo,
por no pegarte en la calle!

¡Señora! ¡Pero hay que ver
tu berretín de matrona!
Sí te acordás de Ramona,
abonale el alquiler...
No te hagás la rastacuer
desparramando la guita,
bajá el copete m'hijita
con tu pinta abacanada...
¡Pero si sos más manyada
que el tango La Cumparsita!
Atenti Pebeta (milonga 1929)
Letra: C. Flores
Música: C. Ortiz
Cuando estés en la vereda y te fiche un bacanazo,
vos hacete la chitrula y no te le deschavés;
que no manye que estás lista al primer tiro de lazo
y que por un par de leones bien planchados te perdés.

Cuando vengas para el centro, caminá junando el suelo,
arrastrando los fanguyos y arrimada a la pared,
como si ya no tuvieras ilusiones ni consuelo,
pues, si no, dicen los giles, que te han hechao a perder.

Si ves unos guantes patito ¡rajales!
A un par de polainas ¡rajales, también!
A esos sobretodos con catorce ojales
no les des bolilla, porque te perdés;
a esos bigotitos que parecen lineas
que en vez de bigote son un espinel...
¡Atenti pebeta! Seguí mi consejo;
yo soy zorro viejo y te quiero bien.

Abajate la pollera por donde nace el tobillo,
dejate crecer el pelo y un buen rodete lucí.
Comprate un corsé de fierro con remaches y tornillos
y dale el olivo al polvo, a la crema y al carmín.

Tomá leche con vainillas o chocolate con churros,
aunque estés en el momento propiamente del vermut.
Después comprate un bufoso y cachando al primer turro,
por amores contrariados le hacés perder la salud.

Si ves unos guantes patito ¡rajales!
A un par de polainas ¡rajales, también!
A esos sobretodos con catorce ojales
no les des bolilla, porque te perdés;
a esos bigotitos de catorce lineas
que en vez de bigote son un espinel...
¡Atenti pebeta! Seguí mi consejo;
yo soy zorro viejo y te quiero bien.
EL MOTIVO (Tango – 1914)
Música: Juan Carlos Cobián
Letra: Pascual Contursi
Mina que fue en otro tiempo
la más papa milonguera
y en esas noches tangueras
fue la reina del festín.
Hoy no tiene pa' ponerse
ni zapatos ni vestidos,
anda enferma y el amigo
no aportó para el bulín.

Ya no tienen sus ojazos
esos fuertes resplandores
y en su cara los colores
se le ven palidecer.
Está enferma, sufre y llora
y manya con sentimiento
de que así, enferma y sin vento
más naide la va a querer.

Pobre paica que ha tenido
a la gente rechiflada
y supo con la mirada
conquistar una pasión.
Hoy no tiene quien se arrime
por cariño a su catrera.
¡Pobre paica arrabalera
que quedó sin corazón!

Y cuando de los bandoneones
se oyen las notas de un tango,
pobre florcita de fango
siente en su alma vibrar
las nostalgias de otros tiempos
de placeres y de amores,
¡hoy sólo son sinsabores
que la invitan a llorar!
La sociedad argentina actual
Según el último censo, realizado en 2001, la Argentina registra aproximadamente 36 millones de habitantes. Se caracteriza por ser un país con población “paulatinamente envejecida”, porque ha aumentado más la cantidad de personas adultas mayores que la de los grupos más jóvenes. También ha disminuido el índice de masculinidad, es decir, la cantidad de varones en relación con la cantidad de mujeres.
La mayor parte de los habitantes del país vive en ciudades y aglomerados urbanos. El Área Metropolitana de Buenos Aires, formada por la Ciudad Autónoma de Buenos Aires y localidades de los partidos vecinos de la Provincia de Buenos Aires (conurbano), es el aglomerado más grande, ya que concentra a más de un tercio de la población total del país.
Históricamente, el crecimiento de la población argentina ha sido distinto al del resto de los países de América Latina (con excepción de Uruguay), debido al gran número de inmigrantes extranjeros, en particular provenientes de Europa, que recibió nuestro país entre fines del siglo XIX y principios del siglo XX. Esa tendencia fue cambiando, en especial porque la cantidad de inmigrantes ha ido disminuyendo y también ha cambiado su procedencia. En la actualidad, tres de cada cinco personas extranjeras provienen de países limítrofes (Paraguay, Bolivia, Chile y, en menor medida, Brasil y Uruguay) o de Perú.
Hoy la Argentina tiene un crecimiento moderado en comparación con la población de otros países; por ejemplo es más bajo que el da caso todos los países de África, pero más alto que el de la mayoría de los países europeos.
El fenómeno de emigración de personas nativas es bastante reciente, se inicia ya avanzada la segunda mitad del siglo XX y tiene que ver con las condiciones políticas y económicas del país. Muchos argentinos emigraron porque eran perseguidos por su ideología o por su afiliación a determinados partidos políticos. Otros lo hicieron para buscar mejores oportunidades laborales y condiciones de vida.
En cuanto a los inmigrantes, no solo ha cambiado la procedencia y el volumen. Hoy llegan más mujeres que varones, debido a la mayor cantidad de mujeres que salen de sus países, buscando mejores condiciones de trabajo para poder enviar dinero a sus hijos y a las familias que quedan en su país de origen. Habitualmente, las condiciones de las mujeres inmigrantes no son buenas. Muchas de ellas son trabajadoras del servicio doméstico y no tienen seguridad laboral, ni obra social, ni aportes jubilatorios.
Se calcula que en la Argentina viven más de 600.000 personas que integran pueblos originarios, es decir, algo menos del 2% de la población. Este grupo presenta características distintas del resto de la población. Tiene una población menos envejecida, porque viven menos años debido a que no tiene cobertura médica ni acceso a un servicio sanitario adecuado y que respete sus pautas culturales y atienda sus necesidades. El porcentaje de personas pobres es mayor que la media nacional y el nivel de analfabetismo es tres veces mayor.
Del Estado benefactor al Estado neoliberal
1) Las políticas de protección social
Durante la primera etapa de la industrialización, las condiciones laborales y de vida de los trabajadores eran muy malas. Las luchas llevadas a cabo por los asalariados a través del tiempo hicieron que las políticas de Estado avanzaran en la ampliación de los derechos sociales y políticos. A partir de la influencia de nuevas ideologías, como el anarquismo, el marxismo y el socialismo, los gobiernos diseñaron políticas públicas que buscaron mejorar las situaciones de injusticia y aliviar los conflictos sociales.
En nuestro país, a partir del primer gobierno peronista, se extendió un sistema de protección denominado seguridad social, que se organizaba en tres programas centrales:
- Previsión social. Se refiere al sistema jubilatorio, financiado con el aporte de los trabajadores activos y la contribución de los empleadores. A los asalariados se les descuenta un porcentaje de su sueldo y así se les asegura que en el momento de retirarse del mercado laboral, a una edad determinada (en general, 65 años para los varones y 60 para las mujeres), estén en condiciones de cobrar una jubilación.
- Obras sociales. Este sistema de atención de la salud también se sustenta con un porcentaje del sueldo de los trabajadores y otro que aportan los empleadores. En sus orígenes, y hasta la reforma de la década de 1990, las obras sociales estaban vinculadas a los sindicatos y organizadas según la actividad. Desempeñaron un papel muy importante en la mejora sanitaria de la población de nuestro país.
- Asignaciones familiares. Son sumas de dinero que reciben los trabajadores asalariados según distintos eventos o situaciones de la vida familiar. Por ejemplo, se abonan asignaciones familiares al contraer matrimonio, durante el embarazo, al nacer o adoptar un hijo, cuando comienza el ciclo lectivo por cada hijo en edad escolar; y, mensualmente, por cada hijo menor de 18 años o sin límite de edad cuando se trata de un hijo discapacitado.
Estos programas que conforman la seguridad social buscan garantizar los derechos sociales de la población. Por eso, el trabajador asalariado formal fue considerado, de hecho, el titular de estos derechos sociales.
El problema de esta lógica es que excluyó a importantes grupos de la población. Tanto las personas que no tenían un trabajo asalariado como las mujeres dedicadas al trabajo doméstico y que no estaban casadas con un trabajador asalariado formal quedaban excluidas de estos beneficios. Lo mismo ocurrió con los trabajadores rurales, los trabajadores informales (cuentapropistas changarines), las trabajadoras del servicio doméstico y los inmigrantes sin documentos.
2) Las políticas neoliberales
Desde mediados de los años setenta, cuando la dictadura militar implantó una política de desindustrialización y de apertura de los mercados, nuestro país tuvo problemas para garantizar que todos sus habitantes gozaran de un trabajo en condiciones satisfactorias. A partir de los años noventa, esas políticas se profundizaron y, además se produjo la reforma de la legislación laboral. Para reducir los costos se modificaron las leyes de trabajo y se permitieron formas de contratación más “flexibles”, es decir, con menos obligaciones para los empleadores y beneficios para los empleados. Así el empleo se volvió más precario.
El sistema jubilatorio también sufrió una profunda reforma, que consistió, fundamentalmente en una privatización. Mediante la reforma provisional que entró en vigencia en el año 1994, se creó el Sistema Integrado de Jubilaciones y Pensiones, que permitía la coexistencia de dos sistemas distintos, uno público, administrado por el
Estado, y otro privado administrado por entidades privadas de capitalización (AFJP). Las AFJP estaban obligadas a realizar inversiones con el dinero que aportaban los afiliados para obtener beneficios y aumentar sus ahorros. Los problemas intrínsecos de este sistema se hicieron evidentes en situaciones de crisis financiera, como la de 2001, en donde las inversiones hechas por estas entidades obtuvieron resultados negativos y provocaron pérdidas para los trabajadores.
En la actualidad, el mercado laboral presenta algunas mejorías. Desde 2003, la Argentina creció en términos económicos a un ritmo sostenido y la actividad industrial se revitalizó. Lo mismo ocurrió con la situación sociolaboral. Aumentó la tasa de empleo y disminuyó la desocupación; y se produjo una recomposición del salario real.
También se implementaron políticas que buscaron introducir mejoras en la situación de los trabajadores jubilados o en edad de hacerlo. A fines de 2008, una ley del congreso laboral modificó el régimen integrado se jubilaciones eliminando el sistema previsional privado de capitalización.